Desarrollar la resiliencia emocional
Pauline y Paul Wojcik querían una familia pero no podían tener hijos propios. Cuando adoptaron a Mark, su segundo hijo, sabían que tenía problemas. Pero, como todos los padres, vieron su potencial. Ayudar a Mark a desarrollar todo su potencial fue un viaje de una década que requirió el amor, el apoyo y la devoción de una familia, además de la ayuda de los comprometidos profesionales de Metropolitan Family Services.
"No somos una familia tradicional", explica Paul. "Nuestros dos hijos son adoptados, pero somos una familia en todos los sentidos de la palabra. No sé si lo habríamos conseguido sin Metropolitan".
De bebé, Mark sufrió graves malos tratos y abandono. Estuvo en siete hogares de acogida antes de cumplir los tres años y vio a su primer psiquiatra antes de los cuatro. Su ira y su comportamiento autodestructivo le llevaron a varias hospitalizaciones, junto con diagnósticos erróneos y medicación que a veces sólo agravaba sus problemas.
Mark estaba en cuarto curso cuando Pauline se enteró de la existencia del programa de Salud Mental Infantil y Adolescente del Centro Palos Hills de Metropolitan. Allí empezó a recibir terapia individual y de grupo. "Le encantaba su trabajadora social", dice Pauline. "Si se enfadaba, la llamaba para hablar, para calmarse".
No siempre fue Mark quien necesitó ayuda, recuerda Paul. "Nosotros también. Ya fuera un descanso, una mano o un oído para escuchar: Metropolitan siempre estaba ahí".
Con trabajo duro y apoyo, Mark empezó a cambiar sus patrones.
"Noté que no se enfadaba tan a menudo", dice Pauline. El apoyo trajo consigo una mejora constante, y en su primer año en la escuela secundaria, su médico fue capaz de sacarlo de los medicamentos. "A partir de ese día, prosperó", dice Pauline. "Era una persona totalmente distinta. Sus notas subieron a sobresalientes". Al final del curso, pudo dejar la terapia.
"El mérito es de esta familia. Nunca se rindieron, nunca", dice Melissa Coleman, asesora de crisis de SASS en Metropolitan, sobre los Wojcik. "Mark tuvo éxito. Una vez que entró en la escuela ordinaria, nunca miró atrás".
"Nunca perdió la fe en mí", dice Mark sobre Melissa. Ahora tiene 18 años y estudia informática en la Universidad St. Xavier de Chicago. No habla mucho del pasado, se centra en el futuro. Ha conseguido varias becas, se pone a prueba a diario en sus estudios y participa en numerosas actividades, como la creación de un club de anime. Su sueño es convertirse en perfilador del FBI.
"Sinceramente, no sé qué habríamos hecho sin Metropolitan", dice Pauline. "El viaje fue duro a veces, pero la recompensa fue real: un hijo maravilloso con un corazón muy grande".